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domingo, 23 de marzo de 2014

Sobre métodos de enseñanza y evaluación

Sobre métodos de enseñanza y evaluación
Por Francisco Martínez Alas (2014)

[1]
Desde algunos años trabajo como docente universitario durante mis horas libres de otras tareas y proyectos. De mi práctica docente y mis reflexiones sobre la enseñanza universitaria, he compendiado las siguientes en torno a los métodos y propósitos de la misma. Así, he identificado cuatro características que debe tener la formación en las universidades:

a)Lograr un balance entre la teoría y práctica: Si bien es verdad que en los estudios universitarios se debe conocer –aunque sea sintéticamente- los diversos enfoques teóricos de los temas incluidos en los programas, creo que el estudiante no debe conformarse con aprender teoría (y menos con memorizarla temporalmente y repetirla al pie de la letra en exámenes), sino que también debe saber cómo dar el salto de la esfera teórica al campo práctico, aplicando los esquemas, principios, categorías, ecuaciones y postulados a situaciones reales o al menos realistas.

b)Estimular el pensamiento crítico y la opinión propia: Se alcanza el pensamiento crítico cuando se somete a discusión, análisis, comparación y prueba los juicios y argumentos, los conceptos y las explicaciones, las propuestas y críticas, que se hallan plasmadas en las diversas fuentes de información y materiales de apoyo a los cursos; y, por otro lado, se aprende a opinar con lógica y fundamento, con mesura y tolerancia, sí y sólo si el estudiante encuentra espacio donde hacerlo durante el desarrollo de los cursos. Por ello, yo en cada una de las evaluaciones incluyo un espacio en el cual los estudiantes comenten en forma oral o escrita sus impresiones, objeciones, sensaciones o motivaciones, sin más censura que expresarse con corrección y coherencia; también, en ciertas ocasiones les pido que hagan una sistematización de su experiencia en la elaboración de sus trabajos y proyectos, para que reflexionen acerca de cómo ejecutaron el cometido (tal método lo he descrito en otro lugar).

d)Promover la invención y la creatividad: Como complemento a lo dicho en los dos literales anteriores sobre el poner en práctica lo aprendido y estar en capacidad de opinar con fundamento, pienso que los ejercicios, tareas y proyectos –sino en todos, en algunos más que en otros- que realizan los estudiantes deben incluir un espacio para manifestarse creativamente, sea en forma visual y gráfica, aplicando tecnologías, o escogiendo entre diferentes modalidades de presentación y entrega de su asignación.  De manera que no sólo pueden entregar sus trabajos impresos sino también por correo electrónico, o publicarlos en un sitio apropiado y compartir el enlace correspondiente. Y, del mismo modo, el estudiante debe tener la oportunidad de inventar cosas a partir de una idea, reto, cuestión, o ruta que se le proporciona como punto de partida. Para ello, se les debe dar la oportunidad de escoger entre hacer exposiciones orales, elaborar documentos formales, hacer montajes y representaciones, construir modelos o muestras de productos, participar en juegos de roles, o preparar simulaciones, entre otras cosas.

d)El aprendizaje colaborativo: Poner a los estudiantes a trabajar en grupos tiene una ventaja práctica para el profesor: resultan menos tareas que revisar, calificar y comentar. Sin embargo, el trabajo en grupos también tiene beneficios para los alumnos, ya que, en primer lugar, se distribuyen las partes y tareas entre sí de acuerdo a su afinidad y facilidades; y luego, el trabajo en grupo les permite discutir, compartir y criticarse entre sí, así como adiestrarse en la toma de decisiones conjuntas y la responsabilidad compartida tanto de los logros como de los yerros, dilaciones y omisiones; y de paso, trabajar en grupos les sirve para interactuar, socializar y hacer amistades.

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Acá también deseo exponer (e ilustrar, en un diagrama aparte) una categorización de cinco métodos utilizados para evaluar a los estudiantes (uno de ellos con una variante, de manera que al final son seis).

Método 1: El profesor, como es usual, habla en su clase, es decir imparte varias lecciones magistrales –combinadas con otras actividades, por supuesto-, exponiendo los temas de la forma más detallada posible, y en el peor de los casos, escribe toda la lección en la pizarra o la dicta para que los estudiantes la copien, palabra por palabra. Y, en efecto, los estudiantes se esmeran en capturarlo todo, porque luego, en los exámenes (del tipo que llaman “prueba objetiva”) tienen que repetir de memoria o cuasi de memoria, todo lo que dijo el profesor y tal como lo dijo.

En este caso, el papel del alumno se limita a estar atento en clase y copiar en su cuaderno (o fotocopiar el cuaderno de otro estudiante) o computadora, y aprender significa repetir lo “aprendido”, es decir, lo memorizado. Hasta se llega al colmo de que algunas preguntas del examen consistan en colocar las palabras faltantes en algunas frases extraídas de la clase del profesor. Acá el estudiante que obtiene mejores notas es el que tiene mayor habilidad para memorizar (o, en su defecto, buscar un modo de hacer fraude). Y se tiene la idea de que todo el grupo de alumnos tiene que saber exactamente lo mismo, y de la misma manera, con las mismas palabras. Por supuesto, yo jamás he usado este método, ni lo usaría, pero cuando estudié sufrí muchos cursos en los que los profesores sí lo usaron y en los cuales no aprendí nada útil ni duradero.

Método 2: El estudiante lee textos, es decir, lecturas asignadas, consistentes en folletos, separatas, artículos, casos, noticias y capítulos de libros. El profesor, además de seleccionar y asignar los textos, realiza pruebas (llamadas “controles de lectura”), en los cuales el papel del estudiante consiste en repetir cuasi de memoria los conceptos, definiciones, clasificaciones y otros datos, en pruebas objetivas en el aula o en cuestionarios a resolver en casa. Se parece un poco al anterior, con la diferencia de que el estudiante no está obligado a repetir lo que dice el profesor sino lo que dicen las lecturas obligatorias. Este método tampoco lo utilizo.

Método 2A: Es lo mismo que el anterior, pero mejorado. Asignar lecturas obligatorias es mejor que recomendar lecturas complementarias a las lecciones, porque el estudiante no acostumbra leer ningún material a menos que tenga que responder un cuestionario, resolver un examen, o realizar una tarea basados en el mismo. De hecho, es indispensable, para mejorar el alcance y la calidad del curso, que los estudiantes lean abundantemente todos los tipos de materiales mencionados y otros. Pero, dicha lectura se puede aprovechar para que los estudiantes resuelvan otro tipo de pruebas, tales como ejercicios de aplicación, es decir, que a partir de la lectura resuelvan problemas, apliquen la teoría a situaciones de la realidad, adapten los conceptos y categorías a casos particulares, y hagan el esfuerzo de analizar, comparar e interpretar la lectura  y de proponer y opinar a partir de lo que leen. Esto sí acostumbro ponerlo en práctica en mis cursos.

Método 3: Para evaluar, el profesor orienta y propone problemas o retos que el estudiante debe resolver, de manera individual o en grupos. El propósito es que el estudiante lea materiales obligatorios o sugeridos (tales como los que he mencionado en el método 2I: capítulos de libros, artículos, ensayos, documentos y otros), y que investigue otras diversas fuentes por su cuenta (en otros libros, documentos, entrevistas a personas, sitios en internet, etcétera), para obtener insumos teóricos y prácticos que le permitan crear e inventar cosas. A continuación, se le pide al estudiante que presente lo logrado, que exponga los resultados de su esfuerzo, o que exhiba sus creaciones.

Este tipo de evaluación es una invitación a pensar por sí mismo para el estudiante, y que aprenda a pensar siguiendo un guía o instrucciones de trabajo, y que con mínima supervisión resuelva ejercicios prácticos, aplique los conocimientos a situaciones verosímiles, y logre adaptar principios generales a casos particulares. Como puede verse, el objetivo de la evaluación es que el estudiante aprenda algo nuevo, además de lo que ya se vio en las lecciones y se hizo en otras actividades. Por ello, se le pide que haga cosas sin decirle exactamente cómo hacerlas, sino sólo dándole orientación y lineamientos básicos. Si se le dan instrucciones demasiado precisas, el estudiante las sigue como los pasos automáticos de un procedimiento, porque piensa que debe hacer las cosas conforme le “gustan” al profesor. Al contrario, con guías más generales, dándole espacio para que imagine y se exprese, se persigue que el estudiante cree cosas que le gusten a él mismo, de las que se sienta satisfecho. Este es uno de los métodos que ocupo con más frecuencia.

Método 4: Algunas de las evaluaciones de un curso universitario, pueden consistir en discusiones orales, o escritas -sea de todo el curso en plenaria, o con los estudiantes reunidos en grupos pequeños-, a partir de textos y casos (o en otros casos de videos y películas). El punto de partida de este método es la asignación de lecturas obligatorias a los estudiantes. Luego, el profesor orienta la lectura de los textos mediante una exposición sintética del mismo, o proporcionando una guía, talvez consistente en una serie de preguntas a ser contestadas por el estudiante (algunas cuestiones pueden ser teóricas, otras aplicadas, comparativas, analíticas y de otro tipo). El propósito es que el estudiante realice una lectura crítica e interpretativa de los materiales, para que luego, en las discusiones y durante los ejercicios en clase, exprese su opinión libre pero fundamentada, es decir, que su opinión se base en fuentes autorizadas además de su propio criterio, y que consensúe con el grupo de discusión. Es decir, se persigue que el estudiante exponga lo que aprendió por sí mismo, lo que ha aprendido en las clases, y lo que ha adquirido en diversas fuentes adicionales y de sus otros compañeros de trabajo. También acostumbro ocupar mucho este método.

Método 5: Consiste en proponerle al estudiante una situación real (o realista, o verosímil, o simulada) o un problema a resolver, como un reto práctico para el cual el estudiante debe leer, investigar, meditar, imaginar, preguntar y consultar. Luego, el estudiante, o el grupo de estudiantes, trabaja en su casa o en un espacio que funcione como laboratorio o taller, hasta lograr interpretar hallazgos, establecer opciones, evaluar alternativas, proponer una solución viable y recomendable, justificar su elección, diseñar el objeto o solución, y en lo posible, realizar la actividad, construir o armar algo, ejecutar unas acciones, o concretar un prototipo. Las propuestas de los estudiantes pueden ser presentadas o exhibidas, demostradas en un montaje, y documentadas mediante diversas técnicas y medios. Este método no se puede aplicar en todos los cursos, pero vale la pena intentar ponerlo en práctica, al menos parcialmente.

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