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domingo, 12 de junio de 2011

Categorías y Realidad: Documentos, índices, catálogos y tesauros 3

Categorías y Realidad:
Documentos, índices, catálogos y tesauros 3
Por Francisco Martínez Alas (2010)

3.El caso de los documentos y libros
Sólo leyendo un texto (libro o documento) completo podremos apreciarlo y conocerlo íntegramente. Y todavía más si la lectura que se hace de tal texto es crítica. Pero, en ocasiones no necesitamos o no queremos leer el texto completo; y en tal caso, lo que necesitamos es un resumen o una ficha detallada de datos acerca del mismo, los cuales nos permitirán conocer los rasgos principales del texto, antes de acceder a él y leerlo, o antes de solicitarlo, adquirirlo o copiarlo.

Una de las tareas de la ciencias de la documentación es precisamente elaborar catálogos en diversos estilos y ordenaciones, y bases de datos descriptivas de documentos de toda clase. Las tres funciones fundamentales del procesamiento técnico de documentos son: la clasificación sistemática, la catalogación descriptiva y el análisis documental, y sus respectivos registros en bases de datos bibliográficas o documentales. Con tales actividades y tratamientos acerca y sobre el documento, lo que se trata de obtener es una manera de aprehender el “texto” de manera breve, por medio la creación de “índices” con los que se constituye un catálogo o una base de datos, y que se refieren al título de la obra y a los títulos secundarios, sus autores, sus editores y productores, tablas de contenido, índices analíticos, y cualquier otro conjunto de datos relativos al documentos como objeto y a su contenido, relaciones, alcance y significado; así como su correspondiente ubicación física exacta en una biblioteca o una librería.

La empresas editoriales acostumbran dividir los extensos fondos que publican en colecciones editoriales, las que se identifican primariamente por el tema o campo de estudio común a todos los volúmenes que formarán parte de la misma, o por medio de un título peculiar que le da carácter a la serie, y se convierte en una de las marcas de la compañía. A cada colección o serie editorial se le da un diseño particular, que incluye los siguientes rasgos: diseño de portadas que sigue un mismo patrón en los colores y los elementos y figuras que incluye, un logotipo o figura que identifica la colección, y hasta la tipografía utilizada en los nombres del autor, el título y el subtítulo colocados en las portadas y lomos de cada obra. Hasta, en algunos casos, la textura aplicada a las pastas tiene un atributo peculiar; o se usa el contraste de un plastificado brillante para figuras y letras, con uno opaco para el resto de las tapas. Otros rasgos comunes pueden ser la cantidad de páginas que en promedio tienen los volúmenes que la componen (si alguno resulta con más páginas que los del resto de la serie se le considera volumen doble o triple, o se le separa en dos o tres tomos); y a cada volumen publicado en la serie se le asigna un número secuencial. Cuando la colección se hace muy extensa, si supera, por ejemplo, el milllar de títulos, entonces se subdivide en varias subseries por temas particulares. Subseries que consisten en agrupar e identificar títulos de temas específicos o colecciones de obras de un mismo autor o de varios de la misma época y origen. Además, cada cierto tiempo, la empresa editorial decide cambiar todo el diseño de la serie, tanto en el aspecto externo de los volúmenes como en el tipo de enfoques de los textos incluidas en la misma.

La manera como las empresas crean y lanzan colecciones editoriales pueden responder a diversos criterios, los usados con más frecuencia son los siguientes: a) El precio promedio de los volúmenes que conforman la colección; b) un tema o disciplina particular y característica alrededor del cual rondan todos los volúmenes de la colección; c) el o los enfoques que las obras publicadas en una serie tienen en común; d) la lenguas de origen de los autores cuyas obras forman parte de la colección, especialmente si se trata de obras de literatura; e) la época o el lugar de donde proviene los autores que han de formar parte; y f) uno o varios géneros literarios a los que está dedicada la serie.

Cada serie que publica una editorial es vista como proyecto tanto de divulgación como de comercialización. De divulgación, porque a través de la serie editorial se difunde un conjunto de autores y contenidos que tienen algún rasgo o característica en común, y gracias al cual la empresa editorial decide incluirlos en su proyecto, con el propósito de hacer de la serie o colección algo parecido a una obra completa colectiva que merece ser adquirida entera o en gran parte. De comercialización porque la serie editorial constituye una marca que identifica y ampara a varios productos relacionados, es decir, que cada uno de los títulos publicados está al abrigo de tal marca, y ello les atribuye un valor adicional. Las series o colecciones editoriales tienen un editor o consejo editorial que la administra todo el proyecto. Talvez no es plausible para todos los lectores o compradores de libros, pero, para lectores más serios o investigadores más dedicados el buen nombre del director de una colección, así como la experiencia profesional o académica que le antecede, especialmente si se trata de un director de colección ya reconocido por sus propias obras o sus ideas, le garantiza al lector que los títulos seleccionados para formar parte de la serie, y que todas las características físicas y de los volúmenes poseen cierta calidad distintiva y firme.

Existe otro tipo de colecciones editoriales, unas que se crean con fines puramente comerciales, y talvez decorativos, ya que en realidad se trata de las falsas series. Si bien es verdad que a veces es preciso partir una obra demasiado extensa en dos o tres tomos (y a veces varios más); o cuando se publican compilaciones de obras completas o escogidas de un mismo autor, es preciso hacerlo también en varios tomos; tales grupos constituyen una colección o serie en sí misma, amparada bajo el título de una misma obra, y la obra completa la constituyen todos sus tomos numerados; pero también hay casos de publicaciones distintos de éstos y de las series a las que hice referencia antes. Se trata, entonces, de las falsas series en las que lo que originalmente constituía un solo volumen de una sola obra, resulta partido en varios tomos, con numeración continua (y no independiente para cada tomo), para hacer creer que se trata de varias obras independientes entre sí; y además, su tamaño es engrandecido, para diferenciarlo de los libros convencionales de bolsillo o de libro de texto académico; luego, cada tomo artificialmente creado, es encuadernado de manera llamativa, haciéndole creer así al cliente o lector que se trata de una enciclopedia o de un gran manual o tratado sobre una ciencia de aparición reciente y novedosa, lo cual es falso.

He mencionado este asunto de las series y colecciones editoriales porque los datos acerca de las mismas indican ciertas características o señales comunes acerca de las obras que están incluidas en ellas, y transmiten información y contenidos útiles para los investigadores y especialistas, tanto como para los bibliotecarios y documentalistas; y por ello son recogidos en la catalogación de libros y documentos.

El texto completo de una obra, es decir, todo su contenido tal cual, constituye un discuso completo en sí mismo; pero que debe de ser representado mediante la selección de unos pocos datos extraídos del texto, y metadatos relacionados con la obra, en los catálogos y bases de datos de documentos. La única manera de representar su contenido tal cual, íntegramente, es por medio de una réplica total del contenido. En cierta manera éso es lo que hacen las bases de datos documentales que además de dar acceso al texto completo digital, también dan acceso a los metadatos acerca de dicho texto. También, la única manera de llegar a conocer y tener contacto con ese todo es leer el texto todo de la obra, completo, de principio a fin.

El texto completo de un libro está conformado por el contenido de la obra o las obras varias de uno o varios autores que incluye el volumen, más todos los otros elementos complementarios (los cuales, enriquecen el libro al agregar valiosos contenidos y referencias adicionales), y los rasgos de apariencia e identificación que he descrito en los párrafos precedentes. Así que, el libro contiene el contenido elaborado por el autor, y el contenido elaborado por los editores intelectuales y materiales del mismo. Por eso es preciso diferenciar entre el objeto libro en tanto que producto editorial y mercantil, y la obra en sí, la pensada, elaborada y escrita por el o los autores, en tanto que ésta constituye un discurso completo en sí mismo, y que solo es parte del producto físico o virtual llamado libro incidentalmente.

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