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viernes, 8 de agosto de 2008

La biblioteca de una asociación

Caso: La biblioteca de una asociación
Por Francisco Martínez Alas
Agosto, 2008

Fue mi primer empleo formal. Estaba contratado a medio tiempo. Llegaba por las tardes la mayoría de las veces. Pero cuando yo tenía que asistir a alguna clase en la universidad por la tarde se me permitía llegar a cumplir mi jornada por la mañana. La asociación tenía su sede en un edificio del centro de la ciudad, así que me era fácil llegar al trabajo. En la planta baja había un comercio. Las oficinas de la asociación ocupaban los dos pisos superiores.

El personal contratado en las oficinas era poco. Mi jefe era el administrador; también había una secretaria y un par de caballeros que se hacían cargo de diversas labores de apoyo para los asociados. Los asociados llegaban bastante al final de la tarde, y no todos los días. Solían llegar a realizar actividades propias del carácter de la asociación, y usaban poco la biblioteca. De modo que la biblioteca sólo ofrecía el servicio básico de prestar libros a los usuarios.

Al principio la biblioteca estaba en el tercer piso. Era un local pequeño que se asoleaba mucho. A pesar de que frente al local había un salón amplio y vacío de muebles, no se consideró poner mesas de lectura. En cuanto comencé a trabajar reacomodé la estantería, para formar una L, con tal de ganar más espacio y accesibilidad a los libros. La colección no estaba ordenada, así que lo primero que hice fue colocar los libros por grupos de materia, con tal de poder ubicarlos con facilidad mientras no se terminara el catálogo. Separé también las revistas e hice una sección aparte con ellas en uno de los pasillos.

En la etapa siguiente me familiaricé con el sistema de clasificación que se usaría. Por suerte, alguien había donado las herramientas básicas: los tres tomos del sistema de clasificación decimal y las tablas de autor. También habían adquirido todos los materiales para el catálogo en fichas de cartulina manila y un archivador metálico para tal fin; y también disponía de las etiquetas adheribles, las tarjetas de registro de préstamo y de lectores. Todavía no se usaban computadoras en las oficinas, así que el catálogo bibliográfico se mecanografiaría en las tarjetas. Durante los primeros meses, hice el catálogo en tarjetas con entradas por autor, título y una o dos materias principales para cada libro. Como no tenía interrupciones de ninguna índole, el catálogo se terminó con relativa rapidez.

La mayoría de los libros estaban en buen estado. Sin embargo, tuve que restaurar algunos, especialmente los más antiguos. La colección sumaba unos 1800 volúmenes. La mayoría era material especializado en las actividades propias de la asociación (es decir, materiales de religión, filosofía y otros), y revistas de asociaciones similares de otros países. Sin embargo, había varias colecciones de obras literarias para jóvenes, algunas ilustradas, y de novelas de misterio y crimen. También habían libros de autores salvadoreños. Durante mi estancia se recibió un donativo de la biblioteca personal de uno de los miembros: la mayoría de los documentos recibidos entonces, tenían que ver con la profesión suya, es decir, la ingeniería eléctrica.

Al cabo de un tiempo, se decidió mover la biblioteca a un local de la segunda planta. El local era más amplio, y de forma rectángular. Eso me permitió colocar los estantes en fila, con un pasillo de circulación y pasillos perpendiculares cerrados al final. El nuevo local estaba mejor iluminado, no se asolaeba y era más fresco. Mi área de trabajo también era más cómoda. Y en este piso sí se contaba con una mesa grande enfrente de la biblioteca que podía servir de área de lectura. Además, la biblioteca en esa piso estaba más visible y accesible para los asociados.

Además, comencé a hacerme cargo del archivo de la asociación. No el archivo de la oficina, sino del archivo histórico de actividades propias de la misma. En ese archivo había documentos desde principios del siglo 20. Lastimosamente, el estado de conservación de los documentos era lamentable: talvez una tercera parte había sido seriamente dañado por plagas de insectos. Así que una de mis labores era descartar los documentos inservibles, y los que estaban en buen estado colocarlos en bolsas y carpetas, además de registrarlos en un inventario manuscrito.

Mis labores en esta biblioteca terminaron abruptamente debido a que en 1986 hubo un terremoto en la ciudad. El edificio que albergaba esta asociación se destruyó. Todo el trabajo hecho en la biblioteca se perdió también: el día anterior al terremoto yo había estado reacomodando las tarjetas en el archivero, así que había dejado la gavetas en mi escritorio, con bloques de tarjetas del catálogo sueltas, ya que las terminaría de acomodar al siguiente día. Si bien la asociación se mudó a otro local, y rescató la mayoría del mobiliario y libros, algo se habrá perdido. Y, como habían otros problemas que resolver más importantes que volver a poner al servicio la biblioteca, ya no requirieron mis servicios.

Lecciones aprendidas: Un empleo como este es útil para una persona que recién se inicia en la profesión de bibliotecario. Como puede verse, ubicar la biblioteca en un lugar que es más frecuentado por los posibles lectores es una gran ventaja. Además, toda biblioteca requiere poseer sus materiales, documentos y sistemas de trabajo, tal como ocurrió aquí. Fue muy interesante la fusión de la biblioteca con el archivo histórico especializado. La porción de la colección especializada y acorde con las actividades de la asociación es algo interesántisimo y apropiado para la finalidad de la biblioteca. Sin embargo, como suele ser, las bibliotecas de asociaciones reciben donativos de materiales que no son de interés para los miembros, y que tampoco están acordes con el giro de las mismas. Sin embargo, el bibliotecario está obligado a procesarlo todo. Es una ventaja también, que el bibliotecario se pueda enfocar al trabajo técnico con los documentos: eso agiliza el trabajo y permite hacerlo con más cuidado. Bibliotecas así, tampoco cuentan con un fondo para compra de libros y materiales nuevos, lo cual significa que no se puede ejecutar un plan de desarrollo de colecciones. Después de una catástrofe, rehabilitar una biblioteca dependerá de su utilidad para las labores de la asociación.

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