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lunes, 8 de septiembre de 2008

Origen, meta y destino de las bibliotecas privadas o personales 2

Origen, meta y destino de las bibliotecas privadas o personales 2
Por Francisco Martínez Alas. (2008)

Meta

Una vez se ha comenzado a formar la biblioteca particular, ¿qué sigue después? Lo que sigue es el desarrollo de la colección conforme a la confluencia de intereses y gustos personales, algunos requerimientos laborales o profesionales y distintas anhelos de formación, de conocimiento y de goce. Ya se trate de conformar una biblioteca de impresos en papel, a la que se le pueden sumar recursos audiovisuales, o de compilar una biblioteca digital aprovechando la inconmensurable producción en línea, un factor determinante es la disponibilidad de ingresos para comprar libros, suscribirse a revistas o costear el acceso a diferente modalidades de información digital.

Las visitas a las librerías de la ciudad se convierten en costumbre reincidente. Así, acostumbra uno visitar alguna librería al menos una vez por mes (talvez más, una o dos veces por semana, si nuestros ingresos nos lo permiten). En una ciudad en la cual las buenas librerías son muy pocas, decidir a cuál de ellas ir es decisión fácil: algunas librerías universitarias, otras de centro comercial y alguna en la zona céntrica. También, al salir de viaje, casi siempre se procura visitar una o varias librerías del lugar donde uno se encuentre y traer obras que se sabe nunca vendrán al país. Yo solía hacer eso, en cada uno de los viajes que hice destiné algún tiempo y recursos para visitar librerías, así siempre regresaba con una maleta extra muy pesada y llena de libros. En cierta ocasión, durante un viaje de negocios, se iba a aprovechar la asistencia a un seminario para comprar algunos libros en una ciudad del extranjero. Como sólo ibamos a disponer de un día para efectuar tales compras, la noche anterior yo marqué la ubicación de las librerías de un distrito central en el mapa de la ciudad. Al día siguiente, recorrimos casi todo el distrito, de librería en librería, siguiendo un curso en forma de serpentín.

A mí me gusta visitar las librerías de mi ciudad, en ocasiones, no tanto con el fin de encontrar algún libro que comprar, sino también para conocer un poco acerca de los libros que se están vendiendo, como una de las pautas para conocer algunas de las ideas que circulan en el medio. Las librerías de mi país no suelen dar el servicio de traer un título en particular por encargo, así que tiene uno que conformarse con lo ya tienen en exhibición en el local. Y yo a veces tengo la impresión de que las librerías casi nunca tienen lo que busco (aunque es peor encontrar uno o varios títulos y darse cuenta de que uno no tiene como comprarlos). Por ejemplo, yo quisiera encontrar más obras de autor -y no tanto comentarios o revisiones- en las áreas de filosofía, sociología, política, antropología e historia.

Antes de la era de Internet, se solía solicitar a las editoriales del extranjero que le enviasen a uno catálogos de sus publicaciones. A veces eso era un poco complicado, o aunque no lo fuera, era relativamente difícil conocer las direcciones de muchas casas editoriales. Es más, algunas de esas revistas bibliográficas que distribuían las casas editoriales tenían la ventaja de que ofrecían resúmenes, comentarios y extractos de las obras publicadas, además de las listas de títulos disponibles para la venta. Ahora, para enterarse de los títulos publicados existen dos recursos magníficos en Internet. Por un lado están los sitios web de las propias editoriales, y por otro las grandes librerías en línea. La ventaja, en ambos casos, es que se pueden consultar las bases de datos de las publicaciones según diversos criterios o su combinación. Además, para muchos títulos es posible consultar las tablas de contenido, la introducción, resúmenes de portada, índices analíticos, comentarios de especialistas o de otros lectores, recomendaciones afines, imágenes, y otras curiosidades (según la complejidad de los servicios del sitio web que se esté visitando). De modo que, con una tarjeta de crédito, una cuenta de correo electrónico y un servicio de entrega de paquetes, se puede adquirir casi cualquier obra que uno ande buscando. Si se está en posibilidad de pagarla (los libros técnicos y profesionales tienen precios muy altos), se puede adquirir con facilidad y agilidad.

Una experiencia complementaria a esa, es el recurso de las librerías de usados en la red. Actualmente existen varios portales en Internet que albergan catálogos de librerías de usados de todo el mundo. De manera que, desde unos pocos lugares se puede localizar casi cualquier libro que se busque, y la mayoría de las veces, a un precio inferior al de los libros nuevos y siempre en excelente o razonable condición. Del mismo modo, se pueden adquirir títulos que ya están fuera de prensa y muchas otras curiosidades bibliográficas. También, en esos sitios, el lector coleccionista puede crear una lista de los títulos en que está interesado o que le gustaría encontrar y comprar en algún otro momento.

Muy estimulantes son las visitas a las ferias de libro, que se llevan a cabo una o varias veces al año en la ciudad. Suelen ser lugares de encuentro con otros aficionados a la lectura (o bibliotecarios), para conocer a los libreros o incluso a algún autor. A mí me gusta visitarlas siempre, porque se encuentra en el mismo lugar las exhibiciones de diversas librerías de la ciudad, con títulos recién llegados al país, con otras ediciones en oferta, libros curiosos y útiles que los libreros han desenterrado de sus bodegas y hasta libros usados a buen precio. Así que constituyen otra fuente para enriquecer las bibliotecas particulares. Yo asistí a la FIL93 de Guadalajara en México, y tuve la oportunidad de adquirir valiosos títulos y suscribir arreglos con libreros y editores para la biblioteca donde trabajaba entonces; además me compré algunas decenas de obras y ensayos para mi propia biblioteca. En realidad, vi más libros interesantes de los que en ese momento podía comprar. Después, he lamentado no haber comprado algunos que vi, porque luego desaparecieron del mercado.

Se dan casos, también, en que algunos coleccionistas de libros adquieren -por compra o donación- bibliotecas enteras (con varios cientos o miles de volúmenes) no sólo con la finalidad de acrecentar la colección propia, sino también de salvaguardar la memoria y las colecciones personales de algún pariente o amigo ya fallecido. En tales casos se corre el riesgo de introducir a la colección obras en las cuales uno no tiene ningún interés. La adquisición de una biblioteca entera para integrarla a la propia tiene un simil con los donativos que se les hacen a bibliotecas institucionales. En estos casos, no todos los libros que se reciben están en buen estado, y no todo es útil y deseable para los propósitos y carácter de la colección existente.

Por otra parte, si uno está interesado en temas coyunturales sobre política y condiciones sociales del país, otra fuente interesante para obtener documentos -como estudios e informes de investigación- son las conferencias, congresos y presentaciones que organizan entidades tales como universidades, institutos de investigación, fundaciones, organismos internacionales y aun entidades gubernamentales.

Los obsequios también son una fuente enriquecimiento de las bibliotecas personales. Si el obsequio proviene de un amigo que conoce nuestros gustos y nuestros intereses, con mucha seguridad el libro que recibimos será muy de nuestro agrado. Aunque a veces, especialmente de personas que no me conocían muy bien, he recibido libros desagradables o que no me interesaban. Y si tenemos una biblioteca con muchos títulos, es posible que el libro que nos regalen ya lo tengamos, en otra edición o la misma.

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